
Animal salvaje, soy.
Prisionera de mi propio deseo
desgrano renglones,
desfigurada de lamer tu nombre
con impecable ortografía.
Bestia salvaje, soy;
no cordera sumisa.
Sin rostro miro morir la muerte
empuñando una palabra, aún,
acecho en el lenguaje.
Animal en cautiverio
estrangulado en la soga
el grito no duele más que ahí;
en la mudez de silencios
arranco las hojas a dentelladas.
Fiera incompleta soy
que olfatea espejos
y escribe para recordar
lo que siempre fue; lo que es: mujer.